Una vez visto el hotel, nos dirigimos a nuestro primer destino, el templo Sensoji en Asakusa. Como teniamos el pase de un día en el metro no nos tuvimos que comer la cabeza con los tiquets, que es algo que explicaré en el próximo post, otra cosa curiosa es algo que no expliqué en al anterior post, el olor de tokyo, cada lugar tiene un olor característico, Edimburgo, huele a fritanga, el Cairo, a especias, pues Tokyo a una mezcla de soja y jenjibre, pero te adaptas pronto a ese olor.
Bueno nos dirigimos como siempre a la estación de Suehirocho, es muy sencillo llegar, son cinco paradas hasta Asakusa en la línea G. Al llegar lo primero que vimos es una mini exposición justo dentro de la estación, un mural en relieve y unas pocas reliquias del pasado, al salir de la estación, es lo más sencillo del mundo, si giras a la izquierda te das de boca con lo que llaman el zurullo dorado y si vas a la derecha y después de sortear a los comerciales de los restaurantes te encuentras el templo. Allí nos dimos cuenta de los respetuosos de los japoneses con el medio, los fumadores todos apiñados cerca de un cenicero callejero y ninguno se movía de allí, nada de colillas en el suelo, ni ceniza, si querían fumar iban al cenicero.
En Asakusa me di cuenta que o bebía cafeina o estaba en serios apuros, así que me fui hacia una máquina expendedora de las miles y miles que encontrareis por Tokyo, son la mar de sencillas, te exponen los productos con el precio debajo, insertas el dinero justo o no y le das al botón del precio y cae la lata o botella. La Coca cola y aguas, según la máquina va desde 100 yenes a 150 yenes, podeis encontraros una máquina al lado de la otra, una que vale 100 y la otra 150 yenes. La Coca Cola como pasa en todos los sitios sabe algo distinta por el agua donde la hacen.Luego si os meteis por las callejuelas de los alrededores podeis comer bastante barato, creo que yo no comí ningún dia por más de 1000 yenes y eso el día que más pagué, normalmente comía por 700 o 500 yenes y bien servido. Ahí probe, por fin, el Rámen japonés, pero tranquilos hay de mil tipos, calientes, frios con hielos, mucho jengibre, poco, con miso sin él, etc.
Después de comer, nos dirigimos a Ueno, son solo tres paradas. En cuanto salis de la estación, si mirais brevemente alrededor ya vereis la estatua de Saigo Takamori, el último samurai, pues nada, vais hacia ella y ya estais en el parque. Ahí es cuando te darás cuenta que Japón tienen plaga de cuervos, como en Barcelona de palomas o Vigo de gabiotas. En cuento los vi no pude reirme internamente recordando el cuervo de Dr. Slump. Bueno dentro del parque teneis, el museo, un templo, varios monumentos conmemorativos y el Zoo, Aparte es donde está la mayor concentración de indigentes de Tokyo, y cuando yo fui por Tokyo habia bastante indigente, supongo que por el Tsunami. En las puertas del Zoo, es cuando nuestro gran amigo Jet lag, empezó a hacer estrago, unos durmieron brevemente y yo me ojeé la Shonen Jump que compré.
Una vez descansados, nos dirigimos a Akihabara, vais hasta la estación de Ueno-Hirokoji y cambias a la línea H y es una parada. Bueno ahí, uno de mis compañeros quería una máquina fotográfica y nos paramos en un centro comercial, pero literalmente nos dormiamos, así que cuando comprobó que los precios no son tan baratos, fuimos al hotel y dormimos unas horas. Luego como Akihabara esta a 10 minutos andando, fuimos de nuevo, aunque estaba casi todo cerrado, es fácil de llegar, vais a la estaciónde Suehirocho y todo recto. Después de ver los neones, chicas cosplay y luces nocturnas y de cenar en restaurante curioso que explicaré en próximos post, ya que fuimos varias veces, al hotel a dormir.
By Naïm
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